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- Soledad Domingo
- 12 may 2020
- 1 Min. de lectura
Armo un cuento que no tiene comienzo, un cuento cuyo final es incierto.
Voy buscando la manera de encontrar lo que alguna vez fue intensidad de saber cuál era el propósito de quienes fugazmente cumplen un deseo de madurez.
Camino y veo a mi alrededor lo que para muchos es parte de un mundo impensable, un mundo al que no se puede penetrar.
Me pregunto el cómo, el cuándo y el tal vez; mis respuestas no coinciden con lo que aquella noche intenté descubrir, pero todo confluye en lo más certero que vive en mí, que imagina al andar.
Cada beso dado, cada abrazo buscado, cada desafío cumplido hace de este transitar un paso firme al camino que se abre frente a mis ojos.
No busco felicidad absoluta, no busco dónde permanecer, sólo disfruto de quien con el mismo anhelo busca fundirse en el espíritu aventurero, en el aliento con sabor a miel.
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